La hija de puta no me deja tranquilo,
me acecha por la espalda,
rodea mi cuello con sus garras,
no me da un respiro.
Su risa hueca retumba en mis oídos,
pasea su lengua por mi garganta,
me espanta
con recuerdos no vividos.
Su gorgoteo cacofónico es el ruido
que de madrugada
me saca de la cama,
hoy tampoco he dormido.
Una sombra de lo que nunca he sido,
mi sombra, que me acompaña,
me alecciona y me daña
porque no he aprendido.
Desisto, me resigno en recibir castigo
por no cuidar a quien me ama,
tantas veces, tantas...
Y por el pecado de seguir vivo.
Mi sombra.
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