lunes, 18 de mayo de 2020

CAMINANTE

Nadie anduvo más caminos que él,
ni cruzó más recónditos senderos,
ni escaló más altas montañas.

En sus pies estaba escrita su vida,
su sudor abasteció yermas tierras,
mas su espalda era su lastre.

Una mañana, a medio camino
en su subida al pico más alto
detuvo sus pasos y miró atrás.

Hasta ese momento,
nunca se había dado cuenta
de que lo pesada que era su mochila.

Nunca antes le había pesado tanto,
nunca le supuso un obstáculo añadido,
puesto que siempre estuvo ahí.

Lo lógico sería que la soltara
para aligerar su marcha
y alcanzar antes la cima.

En cambio,
sacó una navaja del bolsillo
y rajó el fondo de la mochila.

Era una temeridad arrancar de golpe
parte de su ser,
algo que siempre viajó con él.

De modo que lo sensato fue seguir ascendiendo,
dejando que la mochila se vaciara poco a poco,
hasta que por fin nunca más la sintiera.


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