Hay un barco atracado en el puerto.
La cubierta enterrada en polvo,
sólo un ancla reposando en babor,
un mástil central y solitario
y ausentes aparejos que nunca estarán.
La madera carcomida por el tiempo,
asimétricos y agrietados sus tablones,
la misma prisa que tuvieron por construirlo,
la misma al dejarlo huérfano.
Hay un barco atrapado en el puerto.